Triquell: “La gente que me acompaña aplaude mis idas de olla”

La ley de la gravedad no parece funcionar del mismo modo para Triquell, cuya atracción por el centro donde todo orbita resulta más que dudosa desde que optara por alejarse de los universos eufóricos para emprender su propio vuelo. Así lo hizo con su primer álbum, Entre fluids, un camino hacia su propio confín que prosigue dos años después con Paco Deluxe, donde la polisemia sonora se convierte en abanderada de un disco complejo, con producciones densas y géneros que van del country al drum & bass sin perder el sello personal del artista.
Nada es rectilíneo en la trayectoria del cuerpo celeste sobre el que se asienta Francesc Fuentes, comenzando por el título, referencia a los “Pacos”, término que asocia a su “yo terrenal”, sus antepasados, “pero también a Paca, mi mejor amiga, estoy rodeado de Pacos. Había una voz que apelaba por un título global, accesible y servicial, pero también había otra voz de nicho, más irónica y emo, que apelaba a mi Paco”. De ahí llegó también el Deluxe, término utilizado por la industria para vender ediciones ampliadas de los discos que el artista del Vallès utiliza para reírse de términos como extra, premium, plus o max que inundan el mercado actual.
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La portada, elaborada en rojos oscuros y difuminados a base de mezclar varias capas y baños de color, es un reflejo de los temas pergeñados en Centelles, en un estudio donde la banda y los sospechosos habituales del artistas podían moverse con total libertad. “Me siento más representado con esta portada que con el típico retrato de cantautor a lo Camilo Sesto”, explica, y lo compara con la producción del disco, donde más allá de los arreglos instrumentales ha querido dar importancia a la producción: “En el estudio se ha intentado saturar, dar una sensación más analógica, una textura que va de la mano de la portada”.
Triquell se resiste a definir Paco Deluxe como un disco oscuro, “pero tiende a La menor, post punk, shoegaze, emo”, un cocktail inspirado en la mezcla por Tchad Blake (Tom Waits, Sheryl Crow, Peter Gabriel) donde destaca la aportación de Arnau Grabulosa en los omnipresentes sintetizadores, “es alguien con criterio, le ha dado un color especial”. También han añadido sus tramas propias Maria Jaume en No estic per mi, tal vez el tema más pop del disco, así como Meritxell Nedderman en la vaporosa Paradigma o Gerard Quintana en Basura.
La voz de Sopa de Cabra devuelve así la colaboración de Ànima, último disco de los del Empordà, sellando una conexión que lo ha convertido en referente para Triquell. “De hecho, él me salvó un poco del pozo, es alguien a quien quiero muchísimo, tiene la cabeza en las nubes, igual que yo, y gente alrededor que lo sabe aterrizar”. Se refiere a Josep Thió, quien ejerce un papel similar al de algunos de los compañeros de Cesc Fuentes: “Aportan orden y ejecución a una mente incapaz a veces de aterrizar las ideas”.

Triquell.
Gorka Urresola / PropiasEstas ideas son las que llevan a mezclas sorprendentes como Loli county club, inspirada por el videojuego Red dead redemption donde el músico elabora un relato en tercera persona de un personaje de otra época. “Es una pieza que transita desde algo muy Leonard Cohen, con una guitarra acústica que te manda al oeste; de golpe es un rock down tempo, luego el puente que es puro country y de allí a un drop que es medio dubstep, medio metal para acabar con un techno de bombo a negras muy guarro”. ¿Alguien da más? “Es perfecta”, remata Triquell ante la sorpresa, “para mí es como la diversión de hacer música”.
Libertad absoluta rezuma también el urgente r&b electrónico de Ghabbo, cuyo origen es tan surrealista como los balbuceos del artista ante el micrófono aunque el resultado sea mucho más complejo. “Cada tema tiene una estética que apela a la melancolía, la sátira o la apertura emocional, nunca hay el mismo tono y eso pide tiempo” comenta, justificando el largo proceso del disco. “Si concentras la creación en una semana puede salir algo más coherente estéticamente, pero no tendrá la variedad que te permite pasar un año y medio recogiendo referentes”.
“Cada tema apela a la melancolía, la sátira o la apertura emocional, nunca hay el mismo tono”A lo largo de ese tiempo, y a diferencia del anterior disco, Triquell ha centralizado las decisiones aunque vuelve a ser un trabajo colectivo. “La asamblea tiene limitaciones, ralentiza procesos, no acaba de quedar claro quién coge el toro por los cuernos”, explica. “Si tienes un microclima con el respeto suficiente y comunicación para trabajar de manera vertical sin brechas autoritarias las cosas funcionan bien. Es algo que te enseña el tiempo y el hacer de empresario”.
El aprendizaje planea sobre todas las canciones del disco, 13 temas planteados en dos caras como un vinilo. “Has de subsistir, tienes que comercializar tu música pero no quiero mercantilizarla ni irme a un nicho inaccesible, quiero encontrar el equilibrio” puntualiza, y lamenta que hoy en día “no puedes encontrar un punto intermedio entre pop y alternativo, si te quedas entre dos tierras no hay un público que sepa ubicarse”. En todo caso, es un dilema que prefiere evitar porque hacerle frente puede “boicotear tu proyecto”.
En este sentido lanza un capote a su discográfica, Halley records, que extiende a su entorno por apoyarle en sus ideas: “Existe el mito de que cuando un artista firma por una discográfica se corporativiza, deja de hacer arte de forma genuina, pero la gente que me acompaña allí como en casa o los amigos aplauden mis idas de olla porque me ven feliz al hacerlas”. Quien lo desee podrá verle en el próximo Mercat de Música Viva, entre otros conciertos como el que celebrará en la sala Apolo el próximo 8 de mayo, tres años después de su primera actuación en la mítica sala.
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